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martes, 10 de marzo de 2015

El Libro de los Muertos

Esto eran una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos en el juicio de Osiris, guiarlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, hasta llegar al Aaru, la otra vida. El Libro de los Muertos era introducido en el sarcófago o en la cámara sepulcral del fallecido, de manera que le sería más fácil pasar por todo el proceso anteriormente mencionado. Aún así, no existía un único y canónico Libro de los Muertos. 
Este libro se compone de una serie de textos individuales acompañados de ilustraciones. La mayoría de sus capítulos comienzan con la palabra ro, que puede significar boca, habla, un capítulo de libro, pronunciación o sortilegio. En la actualidad se conocen 192 sortilegios, aunque ningún manuscrito individual los contiene todos. Sirven a una gran cantidad de propósitos. Algunos están destinados a dar al fallecido conocimientos místicos en el más allá, o identificarlos a ellos con los dioses. Otros son encantos para garantizar que las diferentes partes de un fallecido son preservadas y reunidas, o también para otorgar al muerto el control sobre el mundo que le rodea. Algunos protegen al difunto de fuerzas hostiles, o lo guían a través de los obstáculos del inframundo. 
Los textos y las imágenes del Libro de los Muertos eran tanto mágicos como religiosos. La magia era una actividad tan legítima como el rezo a los dioses, aun cuando la magia estaba dirigida a influir en los propios dioses. De hecho, para los antiguos egipcios hay poca diferencia entre las prácticas mágicas y religiosas. El concepto de magia, heka, estaba íntimamente ligado a la palabra escrita y hablada, por lo que el acto de pronunciar un ritual era una acción de creación; la acción y la pronunciación se consideraban lo mismo. El poder mágico de las palabras se extendió a las palabras escritas. Los egipcios creían que los jeroglíficos eran un invento del dios Tot y gozaban de poder, pues también transmitían toda la fuerza de un sortilegio. Esto era efectivo incluso cuando el texto se acortaba u omitía, como ocurre en los rollos tardíos del Libro de los Muertos y en los que las imágenes gozaban de mayor protagonismo. Los egipcios también creían que conocer el nombre de algo les daba poder sobre ello, por lo que el Libro de los Muertos dotaba a su propietario de los nombres místicos de muchas de las entidades que se encontraría en el más allá y de poder sobre ellas.
Los sortilegios del Libro de los Muertos hacen uso de varias técnicas mágicas que también podían ser usadas en otras áreas de la vida egipcia. Algunos son para amuletos mágicos que podían proteger a los muertos de cualquier daño. Además de ser representados en los papiros del Libro de los Muertos, estos sortilegios han aparecido en amuletos envueltos junto con la momia. La magia diaria hacía uso de un gran número de amuletos. Diferentes artículos que estaban en contacto directo con el cadáver en la tumba, como el soporte de la cabeza, también tenían valor de amuleto. Otros sortilegios también se refieren a las creencias egipcias sobre el poder mágico y curativo de la saliva.
Casi todos los ejemplares del Libro de los Muertos eran únicos, pues contenían una selección distinta de sortilegios de todo el corpus de textos disponible. Durante la mayor parte de su historia el libro no tuvo orden o estructura definida.
Los Libros de los Muertos de la época Saíta (dinastía XXVI) tienden a organizar los capítulos en cuatro secciones:
-Capítulos 1-16 El difunto entra en la tumba, desciende a los infiernos y el cuerpo recupera el movimiento y el habla.

-Capítulos 17-63 Explicación del origen mítico de los dioses y los lugares, los fallecidos son obligados a vivir de nuevo a fin de que puedan surgir, nacer, con el sol de la mañana.
-Capítulos 64-129 Los fallecidos viajan a través del cielo en el arca solar como uno de los muertos benditos. Por la noche descienden al inframundo para presentarse ante Osiris. 
-Capítulos 130-189 Tras haber sido reivindicado, el fallecido asume poder en el universo como uno de los dioses. Esta parte también incluye diversos capítulos sobre amuletos protectores, provisión de comida y lugares importantes.

Los sortilegios del Libro de los Muertos reflejan las creencias egipcias sobre la naturaleza de la muerte y el más allá, por lo que es una fuente vital de información acerca de las creencias egipcias sobre esta materia.
-Preservación: Según las creencias egipcias, un efecto de la muerte era la desintegración de los kheperu, o modos de existencia, por lo que los rituales funerarios servían para reintegrar estos diferentes aspectos del ser. La momificación preservaba y transformaba el cuerpo físico en un sah, una forma idealizada con aspectos divinos. El Libro de los Muertos contiene sortilegios destinados a preservar el cuerpo del fallecido y muchos de ellos debían ser recitados durante el proceso de momificación. El corazón, considerado como aspecto del ser con inteligencia y memoria, también era protegido con sortilegios, y si se daba el caso de que el corazón físico hubiera resultado dañado, era común enterrar escarabeos enjoyados junto al cuerpo para servir como su remplazo. El ka, la fuerza vital, permanecía en la tumba con el cuerpo muerto y requería el sustento de las ofrendas de comida, agua o incienso. En el caso de que los sacerdotes o los familiares no incluyeran estas ofrendas, el sortilegio 105 aseguraba la satisfacción del ka. El nombre del fallecido, que constituía su individualidad y era requerido para su existencia continua, era escrito en varios lugares a lo largo del libro y el sortilegio 25 se cercioraba de que el difunto recordaba su propio nombre. El ba era la fuerza anímica del muerto y era éste, representado como un ave con cabeza humana, el que podía «salir al día» desde la tumba. Los sortilegios 61 y 89 actuaban para preservarlo. Finalmente, la sombra del difunto era salvaguardada por los sortilegios 91, 92 y 188. Si todos estos aspectos de la persona se podían preservar, saciar y recordar de distintas maneras, entonces el difunto podía vivir en la forma de un Aj, un espíritu bendecido con poderes mágicos que podía morar entre los dioses.

-Más allá: La naturaleza del más allá que los fallecidos disfrutaban es difícil de definir, sobre todo por las diferentes tradiciones dentro de la antigua religión egipcia. En el Libro de los Muertos los difuntos eran llevados ante la presencia del dios Osiris, deidad confinada en la Duat del inframundo. Había sortilegios destinados a que el Ba o el Aj del fallecido se unieran a Ra en el viaje por el cielo en su barca solar y le ayudara a luchar contra Apofis. Además de la unión con los dioses, el Libro de los Muertos también describe a los muertos vivientes en el «Campo de Juncos», una versión paradisíaca, abundante y exuberante del Egipto real, en la que había campos, cosechas, ríos, animales y gente. Al fallecido se lo veía encontrándose con la Gran Enéada, un grupo de dioses, así como sus propios parientes. Aunque el Campo de Juncos se entendía como placentero y generoso, requería de trabajo manual, razón por la cual en los enterramientos se incluían numerosas  pequeñas estatuas llamadas ushebti que iban inscritas con sortilegios, también incluidos en el Libro de los Muertos, y a las que se le requería hacer cualquier trabajo manual que el fallecido necesitara en la otra vida. Los difuntos no sólo iban al lugar en que moraban los dioses, sino que también adquirían características divinas. Según describe el Libro de los Muertos, el camino hacia el más allá estaba plagado de dificultades. A los fallecidos se les requería atravesar una serie de puertas, cavernas y montañas vigiladas por criaturas sobrenaturales y aterradoras que iban armadas con enormes cuchillos. Son representadas con formas grotescas, normalmente con cuerpos humanos y cabezas animales, o con la combinación de diferentes bestias. Sus nombres, como por ejemplo «El que vive entre las serpientes» o «El que baila en sangre», son igualmente grotescos. Estas criaturas debían ser pacificadas con la recitación de los sortilegios adecuados incluidos en el Libro de los Muertos, destinados a eliminar su amenaza e incluso pasar a gozar de su protección. Otro tipo de criaturas sobrenaturales eran los «asesinos», que mataban a los injustos en nombre de Osiris. El Libro aleccionaba a su propietario para escapar de su atención. Además de estas entidades sobrenaturales, había otras amenazas de animales reales o imaginarios, como cocodrilos, serpientes o escarabajos.

-El juicio de Osiris: Si todos los obstáculos de la Duat eran salvados, el fallecido era juzgado en el ritual del Pesado del Corazón, descrito en el famoso Sortilegio 125. El fallecido era guiado por el dios Anubis ante la presencia de Osiris, donde debía jurar que no había cometido ningún pecado de una lista de 42, mediante la recitación de un texto conocido como la «Confesión Negativa». Entonces el corazón del difunto era pesado en una balanza contra la diosa Maat, que encarnaba la verdad y la justicia. Esta diosa era a menudo representada como una pluma de avestruz, el signo jeroglífico de su nombre. En este punto existía el riesgo de que el corazón del difunto diera testimonio y revelara los pecados cometidos en vida, aunque el sortilegio 30B prevenía esto. Si la balanza permanecía en equilibrio significaba que el fallecido había llevado una vida ejemplar, tras lo que Anubis lo llevaría hasta Osiris y podría encontrar su sitio en el más allá, convirtiéndose en maa-kheru, que significa «reivindicado», o «justo de voz». Si el corazón no estaba en equilibrio con Maat, lo esperaba la temible bestia Ammyt, la Devoradora, lista para engullirlo y mandar la vida de la persona en el más allá a un cercano y poco placentero final.
     

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